1.2. Análisis de contexto
En la medida que podamos, es capital hacer un trabajo previo de análisis y conocer a los destinatarios de la propuesta, para adecuar los contenidos y la metodología a sus características, y también para el posterior filtrado en el momento de las inscripciones, especialmente si se trata de una formación abierta.
Algunas cuestiones que hay que plantearse pueden ser:
- Edad (saber si la propuesta se plantea para personas con franjas de edad específicas, como gente de más de 55 años, o bien si será multigeneracional).
- Si nos dirigimos a un colectivo concreto (personas desempleadas, gente mayor, mujeres, jóvenes en riesgo de exclusión, etc.), o bien si trabajaremos con grupos heterogéneos.
- Cuál es su contexto social.
- De qué nivel parten en cuanto a conocimiento y uso de las TIC.
- Cuál es su nivel educativo.
- Cuáles son sus necesidades, etc.
Debemos tener en cuenta que estas personas serán las destinatarias de la propuesta y que, por lo tanto, estamos diseñando para ellas.
Hace falta, pues, que el diseño sea lo más significativo posible para la realidad a la cual queremos dar respuesta.
En relación con esto, también es importante que determinemos si para poder participar en la propuesta que planteamos las persones destinatarias necesitan disponer de unos conocimientos previos. De este modo, evitamos posibles frustraciones o bien que acabemos haciendo una formación con otros contenidos diferentes de los que teníamos previstos en el diseño porque no lo tuvimos en cuenta.
Reflexión
¿Podría una persona que no haya utilizado un correo electrónico ni tampoco gestionado contraseñas apuntarse a una propuesta formativa de redes sociales?
Tal y como se ha explicado en el módulo «Contextos de exclusión digital y agentes de e-inclusión», para poder capacitarse digitalmente es necesario estar alfabetizado funcionalmente. Esto no quiere decir que no podamos trabajar la alfabetización funcional con tecnologías y que, a su vez, permitan trabajar de manera transversal algunas competencias digitales. Es importante tenerlo presente, porque el enfoque en un caso u otro es distinto.
En relación con el contexto, también hay que considerar, con la antelación que podamos, diferentes aspectos referentes a la organización y gestión de la experiencia, como por ejemplo las organizaciones involucradas (o que nos gustaría involucrar) para poder trabajar de manera coordinada durante el diseño, así como el tiempo y los recursos que se le podrán destinar, para poder establecer unos objetivos adecuados, coherentes y realistas.
En relación con todo esto, nos podemos preguntar algunas cuestiones como:
- ¿Será un proyecto con continuidad o será de corta duración?
- ¿Está enmarcado, o se puede enmarcar, dentro de algún proyecto? Esto es importante para ser coherentes con las directrices u objetivos del proyecto en el que se enmarque la acción. A su vez, también determina, en cierto modo, el margen de libertad de acción que tenemos: es decir, por ejemplo, es posible que ya nos venga definida una propuesta y, al analizarla, observamos que no acaba de ser coherente o bien que se tambalea por alguna parte. Entonces, deberíamos poder negociarlo con los responsables y/o hacer las adaptaciones pertinentes. Aun así, también es posible que se trate de una propuesta cerrada. Esto determinaría su diseño, pero después, durante su implementación, podremos hacer los ajustes y/o adaptaciones necesarias.
- ¿Cuántas organizaciones y/o entidades hay involucradas, o pensamos que sería bueno que se involucrasen? En relación con este aspecto, es capital hacer una tarea de coordinación antes de iniciar el diseño, para conseguir esta coherencia en tanto que sea posible.
- ¿Cuántas horas se le podrán destinar?
- ¿Cuántas personas se prevén como destinatarias?
- ¿Qué difusión se podrá hacer?
- ¿Cuántas personas formadoras prevemos que serán necesarias?
- ¿Cuál será el espacio o espacios donde se harán las formaciones?
- ¿Con qué infraestructuras se puede contar? Especialmente en cuanto a dispositivos digitales. En este caso, saber si necesitaremos disponer de los mismos, o bien si hemos pensado que las personas también puedan llevar sus propios dispositivos, saber si se contará con conexión a internet, proyector para las sesiones, etc., y aquello que prevemos que será necesario para la acción que proyectamos, puesto que tiene su influencia en el diseño.
- ¿Cuál es el alcance territorial de la acción? (local, autonómico, nacional, internacional, etc.).
- ¿Precios y/o requisitos para poder participar como destinatarios? Saber si se tratará de una propuesta gratuita o no, y/o bien si se han puesto determinados requisitos para poder acceder a la experiencia (personas en desempleo, etc).
Así pues, el trabajo de análisis es capital en el diseño de cualquier acción formativa, tanto respecto a los destinatarios como al contexto y a la organización, puesto que no es recomendable trabajar los aspectos organizativos de manera independiente del diseño, porque tienen su influencia en qué y cómo proyectamos desarrollar la experiencia. Cuanta más información poseamos, más efectivo será el diseño de una propuesta adecuada a los destinatarios y al contexto donde se implementará.
Ejemplo
Consulta el Plan Inclusión Digital de Huesca 2016-2017, donde se explica la estrategia de capacitación digital de esta área geográfica. El documento es un buen ejemplo de cómo organizar un curso y proporciona algunas ideas interesantes sobre la metodología y el planteamiento de las acciones formativas.