Nuestra sociedad es cada vez más digital. Esta digitalización no llega por igual a todo el mundo. Esta exclusión digital puede favorecer una exclusión social.
Hay factores que influyen en el hecho de que las personas queden excluidas digitalmente o no. Factores técnicos y comerciales, educativos, psicológicos, socioeconómicos y políticos que hay que combatir de diferentes maneras, pero principalmente con estrategias de capacitación digital. Hay que definir las competencias básicas digitales e implementar acciones de inclusión electrónica, para evitar la exclusión digital.
Esta se produce en diferentes contextos. Podemos verla en actividades que consideramos habituales, como por ejemplo las relacionadas con el trabajo y la formación, las compras y los trámites, el acceso a la información y en la manera de relacionarnos y comunicarnos.
Todo el mundo puede tener problemas de exclusión digital, pero hay algunas personas pertenecientes a colectivos determinados que, por sus características, tienen más riesgo de caer en la misma. Personas discapacitadas; gente mayor; personas adultas maduras; mujeres; jóvenes; personas del cuarto mundo; personas en situación de búsqueda de trabajo; personas inmigrantes; personas gitanas; personas privadas de libertad; niños; personas con enfermedades mentales; emprendedores y pequeños comercios; trabajadores en general; personas del mundo rural, etc. En realidad, prácticamente todo el mundo.
Varios agentes se ocupan de revertir esta situación. Administración, empresas, entidades y ciudadanía pueden contribuir a la reducción de la brecha digital. Las personas educadores sociales son profesionales que pueden detectar situaciones en las que haya que implementar acciones de capacitación digital, pero más específicamente los telecentros y las personas dinamizadoras sociales digitales son los especialistas en este tema.