4. El futuro

Es difícil prever qué pasará con la inclusión electrónica en nuestra sociedad. Es posible que el mismo concepto deje de usarse. De hecho, hay quien piensa que ya está obsoleto, como términos como nativos e inmigrantes digitales (más adecuados los de visitantes y residentes digitales).

Sin embargo, también es un hecho que la tecnología no para de innovar, y que siempre habrá quien llega antes y quien llega después o, directamente, quien no llega. Aquí habrá que ver si las políticas públicas siguen apostando por el derecho al acceso de todo el mundo a las TIC o se deja de invertir y que el mercado haga el trabajo (o no la haga). Mi apuesta es que se continuará apoyando, aunque sea por el beneficio económico que suponen unos ciudadanos capacitados digitalmente como consumidores.

¿Qué futuras tecnologías pasarán a formar parte de las competencias básicas, aquellas sin las cuales una persona no estará incluida digitalmente? También es muy difícil de prever. La velocidad de creación de nuevas herramientas TIC y la de su penetración en la sociedad cada vez es mayor (pensad, por ejemplo, en cuánto tiempo lleva entre nosotros Whatsapp y cuánta gente lo usa). En el momento de escribir este material, hay infinidad de artículos que intentan hacer de gurú en este sentido. Blockchain, internet de las cosas (IoT), realidad virtual y aumentada, coches autónomos, inteligencia artificial, big data, drones, robótica, etc., la lista es interminable y no todas estas tecnologías llegarán finalmente a la sociedad. Se intuyen algunos conocimientos que es posible que en el futuro formen parte de estas competencias básicas. ¿Será la programación en bloques (tipo scratch) uno de ellos? Parece que se empieza a apostar por el hecho de que los niños ya vayan subiendo con los mismos. ¿O dar por fin un impulso a la firma digital y que todo el mundo la use? ¿O incluir aprender bien a usar los sistemas operativos de teléfonos inteligentes (Android o similares)? Al final, mucha gente se acerca a las TIC a través de su móvil. ¿O aprender a diseñar en 3D para fabricarnos nuestros propios objetos con las impresoras 3D? Será necesario, por lo tanto, ir redefiniendo de manera continuada cuáles son los conocimiento básicos. Que esta redefinición y certificación se haga de forma lo más consensuada posible (no como ahora, que hay diferentes «carnés» según la Administración) podría ser una línea futura. Sin embargo, seguro que hay muchas más.

En cuanto al futuro de los agentes, ¿serán necesarios al igual que, como hemos dicho antes, con las políticas públicas? Siempre habrá gente enseñando a comprender y usar la tecnología. De manera formal o informal. Con apoyo público o con iniciativas privadas (hace años, había academias de informática). Es posible que desaparezcan los telecentros tal y como los conocemos ahora. O evolucionarán. Por ejemplo, ¿qué tal un espacio diáfano con una buena conexión, apoyo de un profesional de la dinamización social digital y mesas para que la gente lleve sus propios dispositivos? O servicios de apoyo a distancia a capacitación digital, con videoconferencia y/o programas de control remoto (tipo Teamviewer).

En cualquier caso, las TIC han venido para quedarse y ya forman parte del ADN de nuestra sociedad. Los profesionales de la educación social deberán tenerlas como aliadas en su día a día. Será necesario que las conozcan y que sepan detectar quién está en riesgo de exclusión social, derivado de la exclusión digital.

Si se decide, además, que hay que garantizar todo esto para que no haya nuevas brechas digitales, el futuro de los profesionales de la dinamización social digital está garantizado.