1.4. Factores psicológicos
Actitud pasiva
Una actitud activa es ciertamente importante a la hora de utilizar internet, mucho más que en otros medios. Hay que decir que internet no es un medio «pasivo», como puede serlo la televisión, puesto que requiere que el usuario sea activo y tenga claro qué quiere hacer en la Red. Esto implica, entre otras cosas, por parte de los usuarios, capacidad de iniciativa y facilidad de adaptación, teniendo en cuenta la evolución constante de la tecnología. Y las personas que se inician en el uso de la Red, en muchas ocasiones, todavía llevan del pasado esta actitud de consumidores más bien pasivos.
Cuando una persona se empieza a iniciar con el uso de internet, podríamos decir que habría un primer peldaño activo, poco o nada interactivo (por ejemplo, buscar y ver informaciones en internet). Después seguiría otro más basado en la interactividad (comunicarse, compartir información, participar, hacer gestiones y/o trámites, etc.). Y finalmente, habría uno más avanzado en el que el usuario puede crear sus contenidos y compartirlos (editar una foto, colgar un texto o un vídeo propio, hacer un blog, etc.).
Así pues, la inclusión electrónica debería estimular esta actitud activa ante la Red para que todo el mundo pueda sacar provecho en función de sus necesidades y/o intereses.
Miedo
Otro factor psicológico que, en este caso, puede jugar en contra de la capacitación digital es el miedo que muchas personas no iniciadas tienen ante la tecnología. Como hemos visto en apartados anteriores, en la Red podemos encontrar riesgos (malware, engaños, etc.). Por este motivo, resulta capital que la capacitación tecnológica para la inclusión electrónica dote a toda la ciudadanía de las estrategias necesarias para prevenir estos riesgos y encararlos, y poder hacer así un uso seguro y saludable de la Red.
Aun así, otro tema relacionado con el miedo es el de la privacidad. Efectivamente, cada vez tenemos más datos personales en la Red, muchas veces sin disponer de un control sobre los mismos. Por este motivo, es importante que todo el mundo conozca cuáles son nuestros derechos y deberes cuando utilizamos la Red. Sin ir más lejos, el Reglamento General de Protección de Datos, de aplicación obligatoria desde mayo del 2018, presenta una cierta evolución respecto a la anterior LOPD, con nuevos principios, obligaciones para las empresas y derechos para los ciudadanos ante el tratamiento y uso de sus datos.
En algunos casos específicos, incluso podemos encontrar a personas que, pese a ser competentes digitales, han optado por quedarse al margen, dejando de utilizar, por ejemplo, los teléfonos inteligentes o determinados servicios como las redes sociales. Estas son críticas con la tecnología y ven más perjuicios que ventajas en determinados usos.
Especialmente, esto puede pasar cuando se hace un uso indiscriminado de los teléfonos inteligentes y en la infoxicación a la que estamos expuestos, entendida como la sobrecarga de información y la incapacidad para procesarla de manera adecuada. Los procesos de inclusión electrónica deberían incluir todas estas cuestiones y estrategias para afrontarlas.
Vergüenza
Algunas personas rechazan capacitarse digitalmente por vergüenza, es decir, por lo que supone reconocer que no saben utilizar las TIC, por las razones que sea. En estos casos, algunas personas prefieren no acercarse a las formaciones porque se sienten incómodas, u optan por entrar en materia de forma autodidacta, que en algunas ocasiones les puede generar vacíos de aprendizaje que van llenando como pueden.
En estos casos, es importante que desde la inclusión electrónica se motive y se posibilite a todo el mundo a participar de estos aprendizajes, facilitando programas formativos adecuados y adaptables en función de las necesidades, para que todo el mundo se pueda beneficiar de ello, sea cual sea su nivel de partida e intereses en cuanto al conocimiento y uso de las TIC.
Tecnoestrés
Este rechazo también puede venir porque supone un esfuerzo, y esto puede llegar a ser una barrera para el aprendizaje, puesto que hay gente que no tiene tiempo material por motivos de trabajo u otras cuestiones. En este sentido, hay que reconocer que la dedicación es importante y, de hecho, no acaba nunca, puesto que aparecen novedades y avances de manera continuada. A veces, esto puede conducir hacia lo que se denomina como tecnoestrés, que en último extremo puede derivar en el abandono y el rechazo a la tecnología. El tecnoestrés tiene mucho que ver con las capacidades digitales de cada cual. Así, es importante saber discernir qué es necesario y qué accesorio, conocer cuál es el nivel de partida de cada uno, cuánto tiempo se le puede dedicar, dónde y cómo se puede conseguir una formación eficiente, etc.