1.1. Introducción
«Debemos fomentar el desarrollo de iniciativas que impulsen las competencias digitales, base de la educación del ciudadano del siglo XXI. Para asegurar la conexión entre formación y empleo, necesitamos nuevas formas de aprendizaje y capacidades digitales. En definitiva, estamos recorriendo territorios inexplorados. En estos momentos de incertidumbre, donde carecemos de referencias del pasado que nos guíen en el camino que nos queda por recorrer, debemos anteponer el interés y bienestar de la sociedad a cualquier otro objetivo. Si tras la Crisis Financiera Global de 2008 se habló de la Nueva Normalidad y se crearon nuevas figuras de cooperación internacional como el G20; sin duda, después de la Crisis del COVID-19, surgirá un nuevo mundo que se podría llamar Nueva Anormalidad. Un periodo de notable incertidumbre en el que los valores tienen que ser la brújula que nos guíe, y tras el que se configurarán nuevos patrones de gobernanza, producción, consumo e inversión a escala internacional. No podemos imaginarnos muchas de las cosas que los próximos años nos van a traer, pero sabemos que, para que esta transformación, apoyada en la tecnología, sea buena para todos, debe ser justa e inclusiva. Debe ser humana. Es tiempo de poner a las personas en el centro.»
J. M. Álvarez (2020). Presentación del informe «Sociedad Digital en España 2019».
Esta cita de J. M. Álvarez, presidente de Telefónica en la presentación del informe «Sociedad Digital en España 2019», ilustra de manera muy adecuada el panorama actual del Estado (y en todo el mundo). En realidad, está hablando de la cuarta revolución industrial, a la que estamos entrando desde hace un tiempo. Esta hace referencia a la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas para producir nuevos productos y servicios. Fábricas inteligentes que reducirán de manera considerable la necesidad de mano de obra humana. Por lo tanto, una sacudida que tendrá que venir acompañada de reconversiones profesionales (y de reducción de la jornada laboral genérica, puesto que habrá menos trabajo en conjunto). En este sentido, las personas con menos competencias digitales presumiblemente serán de las que más sufrirán en esta economía digital, y las que tendrán que hacer esta reconversión. Ya hoy día es extraña la oferta de trabajo que no pida competencias digitales, algo que se prevé que irá aumentando.
Obviamente, Telefónica es parte interesada como empresa del sector, y su visión está muy centrada en la economía y en tener trabajadores formados y usuarios que consumen servicios digitales. Sin embargo, también es cierto que las TIC son una oportunidad de hacer una sociedad más justa… o todo lo contrario para los que queden atrás. En todo caso, a nadie le parece descabellada la idea de que nuestra sociedad está cada vez más digitalizada y que este proceso de ha acelerado de manera notable, y así se prevé que lo continúe haciendo en el futuro.
En este sentido, cobra importancia el concepto de e-inclusión para garantizar que todo el mundo pueda formar parte, beneficiarse y participar de esta sociedad digital. Según algunos estudios, la e-inclusión consiste en lo siguiente: «[…] se enfoca en el aprovechamiento de los beneficios que ofrece la sociedad de la información a todos los ciudadanos, independientemente de su condición de salud, económica, edad, género o ubicación geográfica […] las inequidades sociales son la base de la exclusión social, estas ocurren cuando los individuos o los grupos sociales no se benefician por igual de las oportunidades para alcanzar los objetivos definidos y deseables de la sociedad.
¿Qué factores influyen en el desarrollo correcto de la sociedad digital? (recordad que nos centraremos en Europa, España y Cataluña). Veámoslo a continuación.