2. Exclusión e inclusión digital

2.2. Sociedad de la información, ¿nuevas formas de exclusión u oportunidades de inclusión?

En apartados anteriores, hemos comentado que la irrupción de las TIC en la sociedad puede afectar a diferentes esferas de la vida cotidiana de las personas: desde su formación más básica, hasta el acceso a servicios de salud o la gestión de trámites en la Administración electrónica. Por lo tanto, la capacitación en el uso de las TIC puede suponer la diferencia entre disfrutar de determinadas oportunidades relacionadas con la calidad de vida de un individuo.

En el marco de la sociedad actual, podemos hablar de una forma de exclusión vinculada al acceso y el uso de tecnologías digitales, es la denominada exclusión digital o también brecha digital. La OCDE define la brecha digital de la siguiente manera:

«La desigualdad que hay entre individuos, familias, empresas y áreas geográficas con diferentes niveles socioeconómicos en lo relativo a sus oportunidades de acceso a las TIC y al uso de internet.»

OCDE

Es decir, que la brecha digital sería la separación entre el sector de población que puede acceder a las TIC e internet y el que no puede acceder a las mismas o que, teniendo la posibilidad de acceder, no lo hace por falta de interés o de capacitación.

Visualizad el tráiler de la película Yo, Daniel Blake (Ken Loach, 2016). Observad y reflexionad sobre las secuencias vinculadas con la capacitación digital.

Tradicionalmente, los estudios vinculados con analizar la brecha digital hacían referencia a cuestiones relacionadas con el acceso a la tecnología, como por ejemplo las infraestructuras de comunicaciones o el acceso a dispositivos digitales, y se empleaban indicadores como el número de ordenadores de las escuelas conectados a internet. Actualmente, el concepto de brecha digital añade, además, las cuestiones vinculadas con la capacitación de las personas en el uso de estas herramientas y en la selección, validación y evaluación de contenidos, así como en su creación o el hecho de compartirlo con terceras personas. Esta idea nos la ilustran de manera muy clara Julio Cabero-Almenara y Julio Ruiz-Palmero (2017), que proponen tres generaciones o tres dimensiones para analizar la brecha digital:

  1. Brecha digital de personas y colectivos de acceder a las TIC por su situación económica personal o del país donde viven.
  2. Brecha digital de personas y colectivos que, a pesar de tener acceso a las TIC, no las utilizan, por falta de motivación, interés o formación.
  3. Brecha digital de personas y colectivos, provocada por los usos, es decir, por el tipo de interacciones que se establecen con las TIC. En esta tercera dimensión, también se distingue entre las personas que solo consumen tecnologías y las que generan contenidos.

A pesar de que vemos que la brecha digital es multifactorial, de acuerdo con la UNESCO (2016) el género continúa representando un importante factor de exclusión digital y, en este sentido, ha desarrollado varios programas para fomentar la formació en TIC a niñas y mujeres.

Una de las cuestiones que hay que tener presentes a la hora de encarar los retos formativos es que la brecha digital no afecta del mismo modo a todos los colectivos y sectores y, por lo tanto, las soluciones que se aporten no podrán ser estándares.

Sobre brechas digitales y su incidencia en las desigualdades sociales, que se han puesto especialmente de manifiesto a raíz de la pandemia de la Covid-19, podéis consultar este artículo elaborado por la Fundació Ferrer i Guàrdia: Brechas digitales: nuevas expresiones de las desigualdades