4. La capacitación de las personas en la sociedad de la información

4.3. El desarrollo de competencias

El hecho de que una persona esté alfabetizada, en su concepción más tradicional (saber leer y escribir), no significa que será capaz de elaborar textos de una cierta complejidad, que piden un conocimiento profundo de determinadas técnicas de redacción o sobre una materia determinada. Por eso, en un estadio inicial, diremos que una persona está alfabetizada cuando es capaz de demostrar que sabe hacer determinadas cosas de una manera absoluta: sabe leer o no sabe.

En el proceso de capacitación de las personas, puede haber diferentes estadios de complejidad e ir aumentando el nivel de pericia a la hora de demostrar esta capacitación. El enfoque de las acciones de capacitación a partir de competencias es muy útil para determinar distintos niveles de conocimientos y habilidades que determinarán la articulación de las propuestas de formación.

Cuando hablamos de competencia, nos referimos a la capacidad para hacer las cosas correctamente. El DRAE define el término competencia como «incumbencia/pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado».

Más ampliamente, el concepto de competencia ha sido definido de la manera siguiente:

«Las competencias son descripciones generales de las habilidades que una persona necesita para desarrollar con éxito una tarea específica. Los perfiles de competencia especifican los conocimientos, habilidades y actitudes, y expresan los requerimientos de ejecución en términos de comportamiento.»

Public Service Comission of Canada (1998).

Analicemos detenidamente esta definición:

  • Para desarrollar la competencia, una persona tiene que haber adquirido determinados conocimientos (saber) sobre algo.
  • Además de tener estos conocimientos, debe demostrar que los sabe aplicar y, por lo tanto, hace falta que demuestre ciertas habilidades (saber hacer).
  • Además de demostrar que sabe aplicar determinados conocimientos, lo tiene que hacer con una determinada predisposición, con una determinada actitud (querer hacer).
  • Vemos, además, que estos comportamientos son observables, es decir, que de alguna manera los podemos medir.
  • El perfil de competencia permite definir, en una situación determinada y para un público específico, qué nivel de conocimientos y habilidades hay que demostrar.

En general, se suelen identificar diferentes niveles de ejecución de la competencia, desde un nivel básico o esencial a un nivel experto. El tipo de gradaciones que se aplican puede variar. De cualquier manera, lo que importa es definir la forma en que una persona con un tipo concreto de capacitación puede incrementar su nivel de pericia.

Al definir las competencias que hace falta que una persona logre después de una acción formativa, se tiene que pensar en qué tipo de conocimientos de referencia habrá que tener en cuenta, cómo se aplicarán estos conocimientos, y si hay que inculcar la adopción de determinadas actitudes y valores en su desarrollo.

Podemos concluir apuntando que el enfoque por competencias permite:

  • Identificar los conocimientos y habilidades que hay que transmitir en una situación determinada y, por lo tanto, definir el grado de profundización con el que se tratarán.
  • Promover determinadas actitudes referentes a la competencia concreta que se trabaja.
  • Describir indicadores de rendimiento que tienen que permitir evaluar el nivel de adquisición de la competencia.